Eventos y Publicaciones &Notafilia JJ RR el 04 Mar 2024 05:57 pm
Los billetes son como galerías de la memoria
Hay quienes creen que el arte y el dinero son elementos opuestos; sin embargo, en los billetes confluyen los valores monetarios y la iconografía más fidedigna de nuestros próceres y otros personajes que guardan la memoria de los cambios culturales y políticos, así como fragmentos de emblemas y símbolos naturales que son comunes en el territorio nacional.
Por: Natalia Piedrahita Tamayo – Periodista
Tome un billete de $ 2 000 y observe cómo está representado: un grabado con el rostro de la artista envigadeña Débora Arango Pérez reluce en el anverso o cara principal. A su lado, en el centro, está una imagen más completa de ella, en la que se ve de cuerpo entero. Los azules son el color predominante; los trazos oscilan entre tonos índigos y aguamarinas. Antes de llegar al margen superior izquierdo en el que está el valor de la denominación en letras, números y el código Braille y el nombre de la moneda, se ven una hoja, una flor de lechoso —Perebea xanthochyma— y una colorida María Mulata.
En el reverso está el paisaje de Caño Cristales, en la Serranía de La Macarena, transitado por cardenales, aves de Suramérica y sus geografías. A su lado, en el margen superior derecho, el nombre de la pintora Arango Pérez y el logotipo es del Banco de la República. Todos estos elementos identifican a los colombianos porque hacen parte del patrimonio cultural de la nación.
Más allá de su valor monetario, y así no sean apreciados en detalle, los billetes son como una obra de arte: «Por la manera en la que técnicamente se hace, un billete es un grabado a punta seca tipo Francisco de Goya o Maurits Cornelis Escher, referentes internacionales de esta práctica. La viñeta de cada uno está extraída del arte plástico nacional: los retratos que conocemos de los próceres se basan en las obras de José María Espinosa Prieto, pintor santafereño que participó en las batallas de independencia de la Nueva Granada», comentó Jorge Juan Osorio Orozco, historiador del arte e investigador de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia.
En sus pesquisas de notafilia —rama de la numismática que se dedica al estudio de billetes — publicó la investigación Presencia de las artes plásticas en la notafilia colombiana (2018), en la que el también artista plástico detalla por qué el papel moneda es una galería.
«Un billete articula y ambienta una historia con base en personajes, lugares y símbolos para generar una memoria cultural en aras de una cohesión social, es decir, que una persona en el Amazonas y otra en La Guajira se sientan colombianos por igual al ser tan diversos culturalmente y no conocer todas las latitudes del país. Es también un discurso hegemónico del Estado. Son personas que quedan en la memoria colectiva como protagonistas del surgimiento de una nación», sintetizó Osorio Orozco.
Una historia de papel
1923 fue el año que el investigador puso como fecha de inicio del objeto de su estudio porque en ese momento Colombia unificó su banca, dejando un solo emisor de moneda oficial. Aunque hoy circulan billetes unificados para todo el territorio colombiano, hubo una época en la que existieron muchos bancos con diferentes denominaciones de papel moneda.
«En las diversas repúblicas que fue Colombia hubo muchos billetes que emitían bancos privados como el de Pamplona, el de Facatativá y el de Jericó. Con toda la devaluación monetaria derivada de estos sistemas se tuvo que integrar una junta de conversión para nivelar la economía del país. En ese momento, el que fue otrora Banco Nacional se convirtió en el Banco de la República, con lo cual se unificó la banca en Colombia y se prohibió la emisión de billetes por parte de privados», explicó.
De 1923 a 1958 los billetes colombianos se hacían en su mayoría en Thomas de la Rue & Company Limited, en Londres. Como galería de arte, los billetes concentraron sus elementos nacionales, pero también mantuvieron sus visos de mestizaje cultural. Mario Baiardi, grabador y escultor italiano, fue quien instruyó a los primeros grabadores para que hicieran un papel propio, que denominaron «papel Colombia», para billetes en la imprenta de Paloquemao, en Bogotá, con lo cual se nacionalizó la fábrica en 1959, pero las tintas siguieron siendo extranjeras.
Las anécdotas que Osorio Orozco ha encontrado son determinantes para comprender la historia nacional y los imaginarios de los colombianos sobre sus próceres: «El artista Espinosa Prieto pintó a estos héroes famélicos, sucios, flacos, después de las batallas. Cerca a 1923, el Banco de la República envió estas imágenes a las litografías de Monsieur Lemercier y Maurin, en Francia, y allí las retocaron y las devolvieron impecables, pulcras y limpias, como las pintaba Jean-Auguste-Dominique Ingres, con aires napoleónicos. Asimismo, se tomó la representación de La Mariana de la Libertad, como símbolo de las nuevas repúblicas latinoamericanas, y el gorro frigio, que simbolizaba la lealtad», narró.
Un billete reivindicativo
Buena parte del material analizado por el investigador proviene de la colección de estampillas, monedas y billetes de su padre, que cuando Osorio Orozco era niño, le ayudó a clasificar. Mientras separaba las imágenes de avifauna, flora y monumentos fue adquiriendo el gusto por el dibujo y eso nutrió sus estudios de arte y, posteriormente, esta investigación.
Su billete preferido es el de Policarpa Salavarrieta, el de $10 000 emitido en 1995, que se basó en un retrato que realizó el artista Espinosa Prieto. También el de Eulalia Tapí, joven indígena emberá katío, realizado por la diseñadora Liliana Ponce de León, que circuló a partir de 1992. Este último es el único billete de la historia de Colombia que no es homenaje póstumo.
«Los hechos fundamentales de la historia colombiana están allí. La reivindicación de la mujer como participe de la democracia y su derecho al voto, la grandeza de los pueblos indígenas, las conquistas de la libertad. Más recientemente, se han destacado artistas como Débora Arango y creo que estamos en mora de hacer un billete de Fernando Botero», opinó.
Billete de $10 000
Policarpa Salavarrieta. 1995.
Billete de $10 000
Eulalia Tapí. 1992.
Billete de $ 20 000
Julio Garavito Armero. 1996.
Billete de $ 2 000
José Celestino Mutis y Bosio. 1983.
FUENTE: https://www.udea.edu.co
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